En un rincón de los Andes venezolanos, en el municipio Boconó del estado Trujillo, el arquitecto Laurencio Sánchez creció con el sueño de sembrar un bosque. Su pasión por el medio ambiente siempre estuvo presente, y al estudiar arquitectura en la Universidad Central de Venezuela, encontró la manera de integrarlo a su profesión, enfocándose con el tiempo en soluciones sustentables.
En 2020, su compromiso con el cuidado del medioambiente lo llevó a crear Lata de Agua, un modelo de captación y filtrado de agua de lluvia que busca proveer este recurso a comunidades en situación de riesgo.
Lata de Agua es parte de su emprendimiento Arqbiental, Sánchez desarrolla proyectos que integran eficiencia energética, arquitectura solar pasiva y, sobre todo, alternativas innovadoras para el uso del agua. “Buscamos que el edificio pueda generar, en la medida de sus posibilidades, la energía que necesita, y, en todo caso, si no lo puede hacer, pues, ahorrar la mayor cantidad de energía a través de la arquitectura solar pasiva, y en ese punto el tema del agua es fundamental”, explicó Sánchez
Laurencio Sánchez habló de Lata de Agua con una pasión contagiosa, explicando con cercanía y sencillez una solución vital para muchas comunidades.


La organización Lata de Agua ha recopilado información a través de encuestas, en las cuales las personas consultadas consideran la temporada de lluvia una verdadera bendición. Para ellos, la recolección de agua pluvial les permite disponer de un suministro más constante en comparación con los periodos de sequía, facilitando tareas esenciales como lavar la ropa, limpiar el patio, asear los baños y otras actividades domésticas.
Esta práctica está ampliamente normalizada en las comunidades más vulnerables, especialmente en el interior del país, aunque también se ha adoptado en algunas urbanizaciones de clase media. Según Laurencio Sánchez, en el estado Lara en la región centroccidental del país, la escasez de agua es particularmente crítica y la captación de agua de lluvia se ha convertido en una estrategia clave para mitigar la crisis hídrica.
El proyecto Lata de Agua implementa un sistema ecológico de captación y tratamiento de agua de lluvia. El proceso comienza con la recolección del agua que cae sobre techos adecuados, la cual es canalizada a través de filtros que eliminan hojas y sedimentos grandes. Las primeras aguas de lluvia, que suelen arrastrar más impurezas, se separan y destinan a usos no potables como el riego. El resto del agua se almacena en tanques donde se somete a un proceso de desinfección y filtrado mediante carbón activado, grava y arena sílice, logrando así un agua de alta calidad apta para usos sanitarios y domésticos. Este sistema puede funcionar eficazmente durante los seis a siete meses de la temporada de lluvia en Venezuela.
El agua y el cambio climático: una conexión ineludible
El impacto del calentamiento global en la disponibilidad y calidad del agua es innegable: sequías más prolongadas, lluvias torrenciales y una alteración en el acceso a este recurso esencial. Sobre esto, Laurencio Sánchez señaló que el agua es uno de los aspectos más importantes a tratar cuando se habla de cambio climático. “El cambio climático, básicamente, está relacionado con el agua, bien sea por exceso o bien sea por defecto”.
En Venezuela, el uso del agua de lluvia es una práctica común debido a las frecuentes fallas en el suministro eléctrico, que a su vez afectan el servicio de agua potable. Hidrocapital, el organismo responsable de la distribución del agua, opera mediante un sistema de racionamiento; sin embargo, si se produce una interrupción en una de las tandas de suministro, las personas pueden quedarse sin agua por períodos de hasta tres o cuatro semanas. Esta situación, agravada por las sequías, hace que la recolección de agua de lluvia sea una alternativa esencial para muchas comunidades en el país. El apagón más severo en la historia reciente de Venezuela tuvo lugar en marzo de 2019, dejando al país sin suministro eléctrico durante cinco días, aunque hay recurrentes fallas eléctricas a lo largo y ancho del país sudamericano.
¿Cómo nace Lata de Agua?
La idea de Lata de Agua estuvo rondando en la mente de Laurencio Sánchez durante años, inspirada en referencias de otros países. “Es una práctica universal, no es una cosa que nosotros, en realidad, estemos inventando desde cero”, explicó. La captación de agua de lluvia ha sido una técnica milenaria que dejó de usarse con la llegada de sistemas centralizados de distribución. Sin embargo, este modelo enfrenta serias limitaciones en muchas ciudades. “El agua entubada, el agua desde un sitio tratada y que te llega a tu casa de manera segura, ya no es posible bajo el paradigma del sistema de suministro único y centralizado en nuestra ciudad (Caracas)”, señaló Sánchez.
El problema se agrava por la alteración del ciclo del agua en los entornos urbanos. “Las ciudades tienen un ciclo hídrico distinto al ciclo natural”, explicó. “El agua que precipita sobre nuestras ciudades no se infiltra en los suelos”. Según Sánchez, en un ciclo natural del agua, el 40 o casi el 50% de las corrientías que se generan se infiltran dentro del subsuelo. “En nuestras ciudades, eso es universal, el agua no se infiltra y genera corrientías en exceso, y eso genera inundaciones, genera que se sequen los acuíferos y produce todos los problemas relacionados con la falta de agua”, explicó. El término “corrientías” hace referencia al escurrimiento superficial del agua cuando llueve. Es el flujo de agua que, en lugar de infiltrarse en el suelo, se desplaza sobre la superficie terrestre hasta llegar a ríos, lagos o sistemas de drenaje. En entornos urbanos, donde hay muchas superficies impermeables como calles, aceras y techos, la falta de infiltración aumenta las corrientías, lo que puede provocar inundaciones, erosión del suelo y contaminación del agua, ya que arrastra residuos y sedimentos.
Del apagón a la acción
El evento que terminó de consolidar la iniciativa Lata de Agua ocurrió en 2019, cuando un apagón de más de 48 horas paralizó el país. “Los sistemas de bombeo dejaron de funcionar, al no haber electricidad. Si no hay electricidad, no puedes bombear agua, y la capacidad del sistema, del acueducto metropolitano, se vio muy comprometido porque un cuarto de la energía que produce una ciudad como Caracas es para bombear agua”, recordó Sánchez. La crisis lo llevó a convertir su investigación en una solución concreta. “Vamos a implementar un sistema de captación de agua de lluvia, vamos a presentar la idea, vamos a hacer un call to action”, narró. Con apoyo de la Embajada de Francia en Venezuela, en 2020 logró instalar el primer piloto de Lata de Agua. Desde entonces, el proyecto ha crecido de manera constante, instalando cada vez más sistemas y ofreciendo una alternativa real para que comunidades vulnerables accedan a una fuente de agua más segura y resiliente.
Por ejemplo en la Unidad Educativa Fermín Toro (Petare, Caracas) se captan hasta 250,000 litros de agua de lluvia al año con el sistema implementado por Lata de Agua. Esta agua abastece al colegio durante aproximadamente seis meses y representa un beneficio directo para estudiantes y personal docente. En la Unidad Educativa Rómulo Monasterios (Chichiriviche de la Costa, estado Vargas). Se recogen también hasta 250,000 litros de agua de lluvia al año y no solo abastece de agua a la escuela, sino que también promueve prácticas sostenibles.
Hacia un modelo descentralizado y sostenible del agua
Para Laurencio Sánchez, el proyecto no solo es una alternativa ante la crisis hídrica, sino una herramienta clave para la adaptación climática en Venezuela. “Nosotros creemos que Lata de Agua ofrece una solución adaptada al contexto venezolano de adaptación climática y resiliencia hídrica”, afirmó. Su visión es que las viviendas puedan jugar un rol activo en la gestión del agua, convirtiéndose en parte de la solución. “La idea es que todas nuestras casas, en la medida de las posibilidades técnicas, se conviertan en un acueducto”, explicó.
Además de garantizar acceso al agua, el sistema ofrece múltiples beneficios. “Es un complemento fundamental, porque tú generas importantes ahorros de energía, tienes una fuente de agua de excelente calidad, que es tratada y potabilizada según nuestras normas, y disminuye la sobreexplotación de los acuíferos y de los acueductos tradicionales”, señaló Sánchez. Con esta iniciativa, se busca no solo aliviar la carga sobre la infraestructura existente, sino también fomentar un modelo más sostenible y descentralizado de gestión hídrica.
Agua de lluvia: una fuente segura
En muchas regiones del mundo, la captación de agua de lluvia ha sido una solución efectiva para el abastecimiento de comunidades, pero una de las dudas más frecuentes es su viabilidad para el consumo humano. Sobre esto, Laurencio Sánchez fue claro: “El agua de lluvia es agua básicamente destilada, no es agua que tiene un componente alguno. Ella empieza a tomar propiedades de otros elementos a medida que se precipita”, explicó. Este proceso natural es el mismo que recarga los embalses, acuíferos, ríos y lagos de todo el planeta.
Sin embargo, para garantizar su seguridad, el agua de lluvia debe pasar por un proceso de tratamiento porque el agua se contamina cuando entra en contacto con superficies como techos y tuberías, por lo que Lata de Agua incluye sistemas de filtrado y desinfección para asegurar que el agua recolectada sea apta para el consumo humano. “Entonces la tratamos, la filtramos, la desinfectamos para que su uso sea seguro”, concluyó.
Escuelas sostenibles: agua y energía para garantizar la educación
El acceso al agua es un factor determinante para el funcionamiento de las escuelas, especialmente en un contexto donde los cortes de luz y la escasez hídrica son frecuentes. En Venezuela, muchas instituciones educativas continúan operando con grandes limitaciones debido a estos problemas. Ante esta realidad, Lata de Agua dio un paso más allá al desarrollar el concepto de la escuela sostenible.
“Estas escuelas funcionaban con muchas limitaciones, debido a los problemas con el suministro de electricidad en el país y con el suministro de agua”, explicó Sánchez. Con apoyo de la Embajada de Francia, el proyecto se implementó en una escuela en Central Tacarigua, estado Carabobo en el centro-norte de Venezuela, incorporando tecnologías que garantizan el acceso al agua y la energía.


“Entendíamos que para que haya clases en una escuela tiene que haber agua”, Sanchez afirmó. Pero la propuesta fue más allá de la captación y filtrado de agua de lluvia, integrando energía limpia como parte del diseño. “Los cortes de luz eran muy frecuentes”, explicó Sanchez “Entonces dijimos, bueno, vamos a implementar tecnologías de generación de energía limpias que sirvan como un elemento de aula abierta para que los niños aprendan adaptación climática”, señaló.
El sistema no solo permite bombear agua aún en ausencia de electricidad, sino que también mantiene una cadena de frío y proporciona iluminación de emergencia. “Cuando no hay electricidad va a seguir generando energía para bombear las bombas de agua y poder suministrar agua a la escuela”, explicó Sánchez. Además, la escuela sostenible incorpora energía solar, energía solar térmica y soluciones basadas en la naturaleza, como pozos de infiltración, demostrando cómo la innovación y la sostenibilidad pueden transformar la educación en comunidades vulnerables.
Escuelas como aulas vivas para la adaptación climática
Además de garantizar el acceso al agua, Lata de Agua ha incorporado soluciones innovadoras en las escuelas para enfrentar los efectos del cambio climático y educar a los niños sobre su entorno. Entre ellas, destacan los pozos de infiltración, una técnica utilizada en otras partes del mundo para reducir inundaciones en zonas urbanizadas. “Si tienes este problema, que se inunda tu escuela porque hay mucho pavimento y las escuelas están colapsadas, bueno, vamos a hacer pozos de infiltración”, explicó Laurencio Sánchez.
Pero el impacto del proyecto va más allá de la infraestructura. A través del programa “Yo voy y aprendo”, Lata de Agua convierte estas soluciones en una oportunidad de aprendizaje. “Les enseñamos a los niños y a los maestros, a través de actividades lúdicas, el ciclo urbano del agua, qué es adaptación climática, qué es el cambio climático, cómo adaptarse, cómo regenerar sus ecosistemas desde lo local”, detalló Sánchez.
El objetivo es que los estudiantes no solo comprendan la crisis climática, sino que también adquieran herramientas prácticas para enfrentarla. “Básicamente, los niños de ahora son los que van a sentir con mucho más fuerza lo que está sucediendo y lo van a padecer”, advirtió Sánchez. Por eso, iniciativas como esta buscan que, desde pequeños, puedan comprender su entorno y desarrollar soluciones que beneficien a sus comunidades en el futuro.
Hacia la expansión y la transformación sistémica
Uno de los objetivos inmediatos de la organización es el desarrollo de un kit de captación de agua de lluvia, diseñado para simplificar y abaratar la instalación de los sistemas. “Va a facilitar y abaratar muchísimo la instalación de los sistemas y plantea un elemento diferenciador para nosotros como organización”, explicó Sánchez. Este kit incluirá componentes clave para el tratamiento del agua en sus primeras etapas. “Son unos elementos diseñados por nosotros que tratan el agua en las etapas iniciales, un filtro de hojas, un separador de primeras aguas que son componentes muy importantes y unos elementos de desinfección”, detalló.
Además, la organización busca fortalecer sus alianzas internacionales para llevar su trabajo a otras regiones. “Estamos buscando alianzas en la región, básicamente con dos organizaciones mexicanas”, mencionó Sánchez, destacando a Isla Urbana, una entidad con amplia experiencia en la captación de agua de lluvia, y otra enfocada en la desinfección y tratamiento del agua. El objetivo es claro: “Tratar de salir un poco del país de manera que podamos impactar de una manera más contundente”, afirmó.
Sin embargo, el crecimiento dentro de Venezuela sigue siendo una prioridad, especialmente en las cinco escuelas, donde Lata de Agua ya ha demostrado su efectividad. A largo plazo, aspira a que este tipo de soluciones puedan trascender el ámbito de las iniciativas independientes. “Ojalá que más adelante se pudiera convertir en política pública”, señaló, consciente de que para lograr un cambio sistémico, la participación gubernamental es fundamental. “Si no hay participación de las organizaciones gubernamentales y del Estado, básicamente, no es posible que cambie esto de una manera grande, sistémica, para que pueda impactar de una manera contundente nuestras sociedades”, concluyó.
Un recurso universal al alcance de todos
El sistema de captación de agua de lluvia diseñado por Lata de Agua no se limita a las escuelas; su aplicación es mucho más amplia. “Nosotros los hemos instalado en casas particulares. Es una solución universal, por eso es que es tan interesante”, explicó Sánchez.
El kit puede adaptarse a diferentes espacios, desde fábricas hasta grandes almacenes. Son grandes cantidades de agua que se pudieran aprovechar, que se pudieran infiltrar y no desechar”, señaló. Además, destaca que el agua captada puede tener múltiples usos: “Puedes usarla para incendios, puedes usarla para almacenarla y tratarla en procesos industriales”, agregó. Para Sánchez, dejar que un recurso de calidad se desperdicie no tiene sentido. “Es agua que se desperdicia, que es agua de extraordinaria calidad, que no tenemos por la tubería, por distintas razones, que la tenemos del cielo, que es gratuita ¿por qué no aprovecharla?”.
El verdadero impacto de Lata de Agua
Para Sánchez, su trayectoria en Lata de Agua ha sido más que un ejercicio profesional; ha sido una experiencia de transformación personal. “Hoy estaba pensando en eso, por cierto, y yo adoro la profesión que escogí, a la cual me he dedicado toda mi vida dentro de las posibilidades aquí en mi país. Y me he dado cuenta del rol social de la arquitectura”, reflexionó.
Frente a la visión tradicional del arquitecto como creador de grandes estructuras y diseños icónicos, Sánchez encontró en su labor un impacto más profundo. “Se tiene la idea del arquitecto excéntrico, de la obra singular, de ese gran edificio, del estrellato de la arquitectura, y nos olvidamos, por lo general, del rol social que tiene la arquitectura en nuestras sociedades. Haber descubierto la dimensión social de mi profesión me llena de orgullo”, comentó.
Pero más allá de la construcción de sistemas de captación de agua, lo que más lo ha marcado son las relaciones humanas que ha tejido en las comunidades donde trabaja. “Las relaciones humanas que se plantean en esas comunidades son fantásticas”, dijo, destacando la solidaridad y el sentido de vecindad que define a muchas zonas populares de Caracas. “Son comunidades muy solidarias, muy alegres, y ser parte de eso es una gran satisfacción”, afirmó.
“El proyecto Lata de Agua es una bendición que Dios ha enviado a nuestro colegio. El sector donde estamos ubicados sufre de constantes apagones y falta de agua, por ello teníamos que suspender las clases tres o cuatro veces a la semana y desde que contamos con Lata de Agua esto ya no sucede. También podemos refrigerar comida con la ayuda de los paneles solares porque generan energía, tenemos agua para los baños, para limpiar, para tomar y para cocinar”, declaró Maritza Sosa, directora de la Unidad Educativa María Virgen Misionera, ubicada en la parroquia Tacarigua del Municipio Carlos Arvelo del estado Carabobo. “Los padres de los estudiantes nos han preguntado qué cómo es posible tener agua siempre y les explicamos el proyecto recolección de agua de lluvia, es una manera de que no solo los niños aprendan, sino también sus padres”, agregó Sosa. “En un futuro quisiéramos que el sistema también operara en otros colegios.”
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