En una mañana temprana de marzo en Rincón, Puerto Rico, una excavadora equipada con un martillo neumático rodó por la playa Los Almendros hacia un muro de cemento medio construido que salía de la arena frente a un complejo de condominios llamado Sol y Playa. Las palabras “propiedad del pueblo” habían sido pintadas en el muro, al igual que una tortuga, símbolo de un movimiento creciente en Puerto Rico.
Un grupo se reunió alrededor del bulldozer, aplaudiendo y cantando mientras la máquina arrancaba secciones del muro: “Ese muro es ilegal y lo vamos a tumbar”.
Los manifestantes tenían razón al decir que el muro era ilegal. Múltiples estudios de la costa habían demostrado que el muro estaba en la zona marítimo-terrestre. En pocas palabras, eso significa que el muro está en una zona donde se sabe que las olas llegan, especialmente durante huracanes y marejadas invernales.
Por ley, todas las playas de Puerto Rico son propiedad pública, al igual que cualquier área donde las olas tocan a lo largo de la costa. La asociación de condominios de Sol y Playa tenía hasta el 1º de marzo de 2023 para derribar el muro. Cuando no lo hizo, residentes, ecologistas y activistas decidieron tomar medidas por su cuenta.
La excavadora no hizo mucho progreso. La policía le incautó, diciendo que el operador de la excavadora no tenía permiso para estar allí. También arrestaron a tres personas por estar en propiedad privada. La mayor parte del muro quedó intacto, pero la gente que estaba allí no iba a renunciar tan fácilmente.
Habían traído martillos.
Una lucha exacerbada por el cambio climático
Las comunidades costeras de Puerto Rico, Hawai’i, California, Carolina del Norte y otros lugares han visto un aumento en los conflictos por el acceso público y la protección de las playas a medida que los residentes debaten qué hacer sobre la erosión provocada por el aumento del nivel del mar y las tormentas más fuertes, ambos problemas alimentados por el cambio climático.
En Puerto Rico, el problema está peor debido a la falta de supervisión en el proceso de dar permisos: a menudo se los otorgan sin inspección de los sitios de construcción. Añadiendo a la presión hay un auge inmobiliario impulsado por una ley que permite a los nuevos residentes evitar pagar impuestos sobre los ingresos si viven en la isla por un mínimo de seis meses al año.
Otros conflictos de acceso a la playa de alto perfil en la isla han ocurrido en Dorado, donde los dueños de propiedades frente al mar han limitado drásticamente el acceso público a las playas. Algunos han contratado seguridad privada para cerrar los puntos de acceso público, una violación de la ley puertorriqueña, que requiere puntos de acceso público cada pocos cientos de metros tanto en áreas urbanas como rurales. Recientemente, hubo manifestaciones contra la propuesta para construir un estacionamiento en San Juan por una empresa de inversión que compró el histórico Hotel Normandie. Las personas en contra del proyecto dicen que bloquearía el acceso a la playa del Escambrón.
Zair Dalí Torres Medina fue una de las manifestantes aquel día en Aguadilla. La razón por la cual ella decidió protestar fue que vio el impacto ambiental de la construcción desde un barco y supo que necesitaba ser parte de la lucha. “¿Si no hago nada, qué quedará?” dijo. “Esto es todo lo que tenemos.”
Torres Medina dejó la isla después del Huracán María, junto con más de 130,000 personas, lo que representa el 4% de la población de Puerto Rico. Regresó el año pasado y prometió que no volvería a irse, no importa cuántos huracanes llegaran. Dijo que el sentimiento en la isla es “el pueblo salva al pueblo”, porque el sentimiento general es que nadie más lo hará. “Ha pasado mucho tiempo desde que hemos confiado en el gobierno”, dijo.
A veces, todo lo que se necesita es una tortuga para comenzar un movimiento
El conflicto en playa Los Almendros comenzó después del huracán María en 2017, cuando la piscina frente al complejo fue destruida, al igual que gran parte de la playa.
En enero de 2021, la asociación de los condominios de Sol y Playa recibió los permisos necesarios para reconstruir y comenzó la construcción más tarde ese mismo año. Debido a que la construcción se estaba llevando a cabo justo en la playa, cerca de donde las tortugas anidan y donde el público en general viene a disfrutar de la arena, la construcción generó preocupación y enojo en la comunidad.
El conflicto llegó a su punto máximo cuando una tortuga carey trepó por la playa para anidar y quedó atrapada en el sitio de construcción durante cuatro horas a principios de julio de 2021.
Un grupo de residentes preocupados estableció un campamento con carpetas y banderas en el estacionamiento público al lado de los condominios y a lo largo de la playa frente a la construcción. Lo llamaron el Campamento Carey en honor a la tortuga carey atrapada. El objetivo del campamento era detener toda construcción en el sitio.
En un plazo de tres semanas, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico (DRNA) emitió una orden de cese y desistimiento para detener la construcción, pero horas más tarde, la orden fue modificada para permitir que la construcción continuaría a menos que los trabajadores bloquearan el acceso de las tortugas al sitio.
Empezaron más protestas.
Desde entonces, Campamento Carey se ha convertido en un movimiento respaldado y financiado por la comunidad con el objetivo de garantizar que las playas sigan siendo públicas y de fácil acceso en toda la isla. No tiene un líder singular, pero “Yo soy Carey” se ha convertido en un grito luchadaor. Miles de personas han comprado mercancía, dado comida y agua a los manifestantes y asistido a las protestas. Las redes sociales han difundido sus mensajes en toda la isla y en el extranjero. Lo que estaba sucediendo en Sol y Playa se convirtió en un símbolo de la intrusión en el acceso público a las playas en toda la isla.
“Esto no es único de Rincón. Solo que aquí ha habido mucha atención sobre ello”, dijo Steve Tamar, un residente de Rincón que ha estado involucrado en la lucha contra la construcción en Sol y Playa desde el principio. Tamar también es voluntario en el capítulo local de Surfrider, una organización sin fines de lucro que se enfoca en garantizar el acceso público a las playas, proteger las costas y monitorear la calidad del agua. Tamar dijo que él y otros voluntarios han estado monitoreando la calidad del agua en la playa Los Almendros durante años, y notaron una gran diferencia en la costa en 2017. “De repente, el 50% de la playa desapareció después del huracán María”, dijo. “Este no es un lugar donde quieres autorizar la construcción”.
El huracán María cambió todo
Maritza Barreto Orta es la directora del Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico. Barreto ha estudiado la costa de la isla durante décadas y publicó un estudio en 2021 que analiza cómo ha cambiado desde el paso de María.
Lo que descubrió es que aunque las playas están en un estado constante de cambio, María impactó significativamente la costa y eliminó una gran cantidad de barreras naturales como arrecifes y manglares que antes protegían las playas de la erosión y las tormentas.
Part of Rincón’s shoreline after the passing of Hurricane Maria in September, 2017.
La línea de costa se está moviendo hacia adentro en muchos municipios de Puerto Rico”, dice Barreto Orta. Este cambio ha causado un “efecto en cascada”, lo que significa que incluso las tormentas más débiles, como las que ocurren regularmente durante los meses de invierno, pueden remodelar dramáticamente la línea de costa.
Y el cambio climático está aumentando los riesgos. Las temperaturas más cálidas de la superficie del mar y de la atmósfera alimentan los huracanes, lo que hace que la posibilidad de otra super tormenta como María sea más probable, según un informe publicado por el Consejo de Cambio Climático de Puerto Rico. El informe también encontró un aumento promedio de 4.4 milímetros en el nivel del mar cada año desde 2010 en la Isla Magueyes, donde la Universidad de Puerto Rico tiene un laboratorio de ciencias marinas.
La costa cambiante de Puerto Rico se puede ver a simple vista. Un ferrocarril construido alrededor de la costa de la isla a finales del siglo XIX para transportar caña de azúcar se está cayendo al océano en ciertas áreas, con gran parte del daño ocurriendo en los últimos cinco años. La combinación de tormentas más intensas y frecuentes, la subida del nivel del mar y la erosión de las playas no auguran nada bueno para la construcción costera en la isla, tanto antigua como nueva.
Todos perdimos
La Sra. Pérez, quien no quiso ser identificada por su nombre por miedo a represalias de los manifestantes, compró un condominio en el segundo piso de Sol y Playa en 2005 con la esperanza de retirarse allí eventualmente. Pérez nació y creció en Aguada, un municipio vecino de Rincón. Después de pasar la mayor parte de su vida en el continente de Estados Unidos, decidió que quería un lugar en la isla.
Ahora dice que tiene miedo de ir a su condominio por temor a ser acosada por los manifestantes. “Nos encontramos entre la espada y la pared,” dijo.
Pérez sabe que la costa ha cambiado. Recuerda cuando podía caminar por la desde Sol y Playa hasta la ciudad de Rincón, a más de dos millas de distancia. Ya no puede hacerlo porque donde solía haber una playa, ahora hay casas que se han caído al agua. En otras áreas, donde antes había arena, solo quedan rocas, escombros y varillas de acero de las casas dañadas.
Ella dice que los propietarios de los condominios han sido retratados injustamente como personas ricas sin consideración por el medio ambiente. “Si fuéramos millonarios, estaríamos en Dorado,” dijo, refiriéndose a un municipio en la costa norte de Puerto Rico donde las casas frente al mar cuestan hasta a $45 millones. “Que esto sea una lección para otras propiedades frente al mar,” dijo Pérez.
Muchos residentes de Rincón y San Juan han estado presionando para encontrar formas de abordar la erosión de las playas. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos está estudiando las áreas de la costa afectada. Pero el año pasado, el Cuerpo de Ingenieros anunció que Puerto Rico tendría que esperar hasta al menos 2029 para una solución, potencialmente demasiado tarde para ayudar con otra tormenta como María.
Surfrider y CARICOOS, una agencia de clima y meteorología, propusieron que el Cuerpo de Ingenieros construyera un muro marino o un arrecife artificial frente a la playa Los Almendros para romper la fuerza de las olas entrantes. La investigación de esas organizaciones muestra que esta área de la playa ha estado perdiendo un metro de costa cada año.
Los barrios están cambiando
Abigail Pastor Cotler vive cerca de la playa Los Almendros. Estaba en la isla durante el huracán María y quedó atrapada durante semanas sin servicio de teléfono, electricidad ni agua corriente.
Ella había buscado refugio en un municipio cercano cuando Rincón fue evacuado antes de la llegada del huracán. Cuando regresó a casa, se horrorizó al descubrir que la playa había desaparecido. Desde entonces, la arena ha acumulado naturalmente de nuevo, pero la playa no ha sido completamente restaurada a su estado pre-María.
No solo cambió la costa después de María, sino también el barrio en que vive. Muchos de los vecinos del Pastor Cotler vendieron sus propiedades frente al mar después del huracán porque ya no podían asegurarlas o tener una hipoteca.
“Las personas que las compran ahora no se preocupan por eso”, dijo ella, aludiendo al hecho de que muchas de estas casas han sido compradas con efectivo, a menudo por expatriados. Ahora, muchas de las casas y los terrenos en venta a lo largo de la costa se cotizan en millones.
En 2012, el gobierno de Puerto Rico aprobó una ley según la cual las personas que no han vivido en Puerto Rico durante los últimos 10 años pueden mudarse a la isla y si vivan en ella durante al menos seis meses, no tienen que pagar impuestos sobre los ingresos. Esta ley se estableció para que los extranjeros inviertan en la isla y crear empleo para los residentes locales.
Lo que muchos dicen que trajo en su lugar fue un súbito aumento en los precios de los bienes raíces en toda la isla. Muchas propiedades fueron compradas y convertidas en AirBnBs, lo que se hizo difícil encontrar viviendas asequibles y a largo plazo, especialmente en comunidades costeras. Los lotes de terreno frente al mar fueron rápidamente vendidos y desarrollados, lo que a menudo llevó a restricciones en el acceso a la costa.
A pesar de la aprobación en 2019 de una ley llamada “Ley de Puerto Rico para la Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático,” que destaca específicamente la erosión costera y cómo mitigar los efectos de las inundaciones, las fuertes olas y el aumento del nivel del mar, gran parte de la construcción y el uso de terreno en la costa parece no estar controlada.
Mientras el acceso restringido a la costa ha aumentado, los residentes y las organizaciones no gubernamentales se han unido para lucharlo.
Pedro Roig es urbanista y arquitecto. También era vicepresidente de la Junta de Planificación de Puerto Rico. Dijo que en los últimos años ha habido un gran cambio en la forma en que los puertorriqueños miran su costa. Han comprendido que es algo que debe ser protegido. “Todos lo poseemos,” dijo él.
Roig ha sido prominente en casi todas las peleas recientes relacionadas con el acceso a la costa y la zonificación (incluso hizo una aparición en el video musical de Bad Bunny, El Apagón, que es un mini documental sobre los problemas que enfrenta Puerto Rico, incluida la lucha de la comunidad por acceder a sus playas). Su experiencia ha aportado una base científica a la lucha, lo que ha dificultado que las agencias gubernamentales ignoren estos conflictos.
“Hay muchos ciudadanos que ahora se sienten cómodos hablando sobre el dominio público y lo que es un deslinde,’”dijo. “Estos eran términos que solo los agrimensores y otras personas con experiencia técnica hablaban.” En este caso, deslinde es la determinación de línea en dónde termina el terreno y empieza la playa, que es dominio público.
Una posible solución: revisar la Zona Marítima Terrestre
Roig dijo que, teniendo en cuenta el cambio climático y la erosión, la ubicación del deslinde solo debería ser válida para la planificación del desarrollo por un período de cinco años. “La posición de esta línea hecha en 2017 necesita ser revisada porque en 2023 es diferente,”dijo él.
La forma en que se han definido las marcas de agua baja y alta se basa en la ley española implementada originalmente en Puerto Rico en la década de 1800. Además de ser anticuada, se basa en una región del mundo que es completamente diferente en términos de clima y marea. “El problema ha sido la interpretación de esta ley, lo que ha permitido que los desarrolladores la utilicen a su favor,” dijo Héctor Varela Vélez, organizador comunitario del capítulo de Surfrider de Puerto Rico.
Varela Vélez dijo que los posibles desarrolladores afirman que la marca de agua alta es mucho más baja de lo que realmente es, a pesar de que la marca de agua alta se ha movido cada vez más hacia la costa con el paso de los años. Esta práctica, combinada con la falta de visitas en el sitio por parte de la junta de planificación y el departamento de recursos naturales de Puerto Rico, ha significado que muchos permisos otorgados a desarrolladores y propietarios privados no sigan la ley.
Para los ciudadanos preocupados y las organizaciones ambientales, una solución es impugnar los permisos en los tribunales, donde a menudo se declaran nulos y sin efecto. El fácil acceso a fotos y videos ahora hace posible que los miembros de la comunidad demuestren dónde está realmente la marca de agua alta, especialmente durante las tormentas.
Otra opción: crear zonas de no construcción (no-go zones)
“El gobierno y los sectores privados tienen la responsabilidad de conocer las proyecciones y amenazas que existen en la costa y evitar la construcción allí”, dijo Barreto Orta, investigador principal del Instituto de Planificación e Investigación Costera de Puerto Rico (CoRePI-PR) cuando se le preguntó acerca del desarrollo a lo largo de la línea de costa. Dijo que los modelos meteorológicos muestran que un fuerte oleaje provocado por un huracán de categoría tres, cuatro o cinco, junto con la subida del nivel del mar proyectada, sumergiría muchas de las zonas costeras. Barreto Orta recomienda que Puerto Rico cree una zona de no construcción cerca de la Zona Marítima Terrestre, similar a lo que ha hecho en el continente de EE. UU.
La Junta de Planificación y el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico no respondieron a las solicitudes de entrevistas de YCC.
Mejor comunicación interdepartamental ayudaría mejorar uso de terreno
Barreto Orta afirmó que se necesita un esfuerzo concertado para asegurar que todos los departamentos gubernamentales que participan en el proceso de planificación y permisos estén compartiendo datos y comunicándose claramente entre sí. “En ocasiones, una agencia no sabe lo que la otra agencia está haciendo,” dijo ella.
Aunque Barreto Orta dice que es optimista de que las agencias trabajarán juntas para abordar los riesgos costeros, muchos activistas ambientales y ciudadanos preocupados tienen más confianza en las comunidades de Puerto Rico para proteger las costas del archipiélago y responsabilizar al gobierno.
Los residentes entrevistados para esta historia a menudo mencionaron dos palabras: “autogestión comunitaria”.
“Cuando el huracán María pasó, fuimos afectados incalculablemente,” dijo Héctor Varela Vélez, organizador comunitario del capítulo Surfrider de Puerto Rico. “Hemos visto cómo las comunidades [de Puerto Rico] han entendido aún más lo que es la autogestión comunitaria y cómo han creado algo similar a lo que hicieron después del huracán para recuperar su isla.”Esta vez, en lugar de reconstruir la isla, quieren restaurar y preservar la costa.
Mirando hacia el futuro
El muro de Sol y Playa todavía está allí, aunque es más pequeño que antes. La asociación de condominios en Sol y Playa sigue siendo responsable de derribar el resto del muro, incluida una base hecha de concreto y barras de refuerzo que debe ser excavada para que la playa vuelvan a su estado natural.
Recientemente, Campamento Carey organizó una competencia para ver quién podía derribar partes del muro con un martillo. Los seguidores de Campamento Carey están cada vez más frustrados porque la asociación no ha tomado ninguna medida para deconstruir el muro. Una cosa que si es cierto es que si las autoridades no aseguran que lo haga, los miembros de la comunidad volverán a tomar el asunto en sus propias manos.