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Cómo el cambio climático afecta las alergias al polen » Yale Climate Connections


Cuando llega la primavera, cerca de 81 millones de estadounidenses sufren alergias estacionales. Y a medida que el planeta se calienta y se bombea más dióxido de carbono a la atmósfera, el cambio climático alarga las temporadas de polen y las hace más graves.

El empeoramiento de las alergias es “un ejemplo muy claro de cómo el cambio climático nos afecta ahora, cada primavera, en cada respiro que tomamos. Se trata del cambio climático en nuestros propios patios, en nuestros pueblos y ciudades. No se trata de generaciones futuras, ni de otros países, ni de décadas futuras,” afirma William Anderegg, profesor asociado de la Universidad de Utah que ha estudiado el impacto del cambio climático en las estaciones polínicas de Norteamérica. 

Esta mayor exposición al polen es especialmente peligrosa para los niños, las personas asmáticas y las que viven en zonas con altos niveles de contaminación atmosférica. Según los Centros de Control de Enfermedades, los estadounidenses gastan más de 3.000 millones de dólares en gastos médicos relacionados con el polen, de los cuales casi la mitad proceden de medicamentos recetados.

El cambio climático agrava las alergia al polen

A medida que el planeta se calienta, los científicos están observando dos cambios principales en las temporadas de alergia: la duración de la temporada de alergia es mayor y los niveles de polen están aumentando. 

Con temperaturas invernales más cálidas, la temporada sin heladas empieza antes en primavera y termina más tarde en otoño. En su investigación sobre las estaciones polínicas de Norteamérica, Anderegg observó que las estaciones polínicas están comenzando unos 20 días antes que en la década de 1990.

La cantidad de polen también ha aumentado en los Estados Unidos. La investigación de Anderegg encontró un aumento aproximado del 21% en las concentraciones de polen entre 1990 y 2018.

Según Anderegg, este aumento se debe probablemente a una combinación de temperaturas elevadas y mayores niveles de dióxido de carbono en el aire. “Probablemente sea una mezcla de plantas algo más grandes y una mayor producción de polen por flor”, afirma. “En condiciones controladas se tiende a ver que se trata de ambas cosas: que en entornos más cálidos y con más CO2 se obtiene más producción de polen por flor”.

El aumento de las precipitaciones debido al cambio climático también puede estar empeorando las alergias.

“Las tormentas, los cambios de presión y los cambios de humedad que se producen con el cambio climático descomponen las esporas de polen en trozos aún más pequeños, que pueden penetrar más fácilmente en los pulmones”, explica Brooke Lappe, estudiante de doctorado de la Facultad de Salud Pública Rollins de la Universidad de Emory. Lappe investiga los efectos que el cambio climático tiene en la exposición al polen, el calor y la contaminación atmosférica. 

¿Cómo afectan las temporadas de alergias graves a la salud humana?

Muchas personas con alergias estacionales padecen fiebre del heno. La fiebre del heno también llamada rinitis alérgica, suele manifestarse con goteo nasal, estornudos, picazón, congestión o fatiga. La fiebre del heno suele controlarse con medicamentos antialérgicos de venta sin receta, pero también puede tener consecuencias graves, sobre todo para los niños.

Los niños son especialmente sensibles al polen y sus síntomas de alergia pueden incluir erupciones cutáneas o urticaria, dificultad para respirar, estornudos, tos, secreción nasal o picor de ojos, e incluso malestar estomacal.

“También tiene enormes repercusiones en la productividad y el rendimiento escolar”, afirma Anderegg. “Hay estudios en los que los niños obtienen peores resultados en los exámenes y no pueden aprender tanto durante los períodos altos de polen”.

Y las alergias también pueden desencadenar otros problemas de salud. Las personas asmáticas corren especial riesgo, ya que el polen puede agravar los pulmones y provocar dificultad para respirar, opresión torácica, sibilancias y otros síntomas asmáticos que, en algunos casos, resulta en una visita a la sala de urgencias.

Anderegg también señaló que nuevas investigaciones muestran que la exposición a las alergias (*Wrongly writen? in the English original article: “…allergy exposure…”. People get exposed to allergens, not to allergies) exposición a los alérgenos puede hacer que las personas sean más vulnerables a virus como el resfriado común e incluso el COVID-19, al inflamar el sistema respiratorio.

¿Qué puede hacer la gente para mantenerse sana durante la temporada de alergias?

Una solución clave es que las personas, las empresas y los gobiernos dejen de consumir combustibles fósiles y opten por energías renovables más limpias. La quema de combustibles fósiles no sólo libera dióxido de carbono, que atrapa el calor, sino también otros contaminantes atmosféricos que irritan el sistema respiratorio y hacen que las personas sean más susceptibles a los síntomas de la alergia al polen. 

“Hay pruebas de que la polución, la contaminación atmosférica y los granos de polen pueden interactuar y empeorar la salud,” afirma Lappe.

Según Lappe, gente negra y morena corren un mayor riesgo de sufrir este doble impacto de la contaminación atmosférica y el polen, ya que tienen una probabilidad desproporcionada de vivir en comunidades con altos niveles de tráfico de vehículos y contaminación industrial. Esta desigualdad se debe a la construcción o autorización por parte de los gobiernos municipales, estatales y federales de fuentes de contaminación como autopistas, fábricas y refinerías en esos barrios. 

Más allá de poner freno a los combustibles fósiles, el acceso a la atención sanitaria -desde medicamentos asequibles hasta la posibilidad de acudir a urgencias en caso necesario- es fundamental para garantizar que la gente pueda adaptarse a temporadas de alergias más graves. 

Lappe dijo que le gustaría ver más monitoreo de la contaminación del aire para que las personas puedan saber cuándo están en mayor riesgo. Un estudio del 2018 encontró 85 estaciones de polen operando en los EE. UU. “No tenemos una gran comprensión del problema completo”, dijo. “Creo que las agencias realmente están empezando a reconocer eso y están tratando de intensificar el monitoreo de la exposición”.

Los expertos recomiendan no salir de casa en los días de alto polen, mantener las ventanas cerradas, utilizar un filtro de aire, ducharse a menudo y lavar las sábanas y la ropa con regularidad.





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