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La cruzada de un ex marine para llevar la energía renovable a las comunidades puertorriqueñas » Yale Climate Connections


Cuando el huracán María azotó a Puerto Rico en septiembre del 2017, Carlos Alberto Velázquez López trabajaba para una pequeña empresa de instalaciones solares. Sin embargo, lo que vio tras el paso de la tormenta de categoría 4 le cambió la vida de comunidades completas a oscuras por meses, algunas sin acceso a electricidad por más de 11 meses. Insatisfecho con trabajar en instalaciones para individuos, Velázquez López cambió su enfoque hacia la resiliencia y el acceso energético comunitario.

En la actualidad, Velázquez López es director de programas del Consejo Interestatal de Energías Renovables (IREC, por sus siglas en inglés) de Puerto Rico, cuyo objetivo es ampliar rápidamente el acceso a la energía limpia y renovable en la isla. Supervisa el Acelerador de Empresas Solares, el cual ayuda a comunidades remotas y rurales a lograr resiliencia energética mediante la creación de microrredes centradas en la comunidad y compuestas por paneles solares y almacenamiento en baterías.

Yale Climate Connections habló con Velázquez López sobre por qué este tema es importante para él y sobre los proyectos de microrredes que IREC está liderando en las comunidades montañosas de Castañer y Maricao.

YCC: ¿Qué le apasiona de este trabajo?

Carlos Alberto Velázquez López: Vivo en un sector cómodo, sin problemas crónicos de infraestructura de Puerto Rico. El 20 de septiembre de 2017 me despierto, miro a mi alrededor y todo está destruido. No tengo electricidad. No tengo agua. Entonces digo: “Bueno, puedo arreglármelas. Tenemos algunos paneles aquí”. En ese entonces todavía no había baterías porque en ese momento nadie las tenía. Pero el 100% de la población de Puerto Rico no tenía energía, el 100%. Las mejores estimaciones que obtuvimos, cuando la comunicación se restableció un par de días después en ciertos sectores, era que, en el mejor de los casos, podíamos esperar que la energía se restableciera en dos meses. Para mí, eso era inaceptable.

Lo que sucedió, en realidad, fue que algunas comunidades no recuperaron la electricidad hasta 11 meses después. Y a eso le añadimos que en Puerto Rico murieron 3,500 personas, no a causa de las inundaciones, el viento o los incendios, sino porque no pudieron acceder a tiempo cuidado hospitalario por falta de electricidad para diálisis, medicinas o servicios sanitarios. Y, desde mi punto de vista, como veterano de La Marina de Estados Unidos, pensé: “Solo porque vivimos en Puerto Rico, ¿esta es la calidad de servicio eléctrico a la que podemos aspirar?”. Eso para mí no tenía sentido alguno, lo vi como una gran injusticia.

Yo era director general de una pequeña empresa de instalaciones solares y me dije: “No podemos seguir haciendo instalaciones individuales. Tenemos que cambiar nuestro enfoque y nuestra mentalidad hacia las instalaciones comunitarias para poder impactar positivamente a mucha más gente en un solo esfuerzo”. Y fue entonces cuando pasé inmediatamente de la empresa privada a establecer coaliciones con organizaciones sin fines de lucro y con el mundo académico, y a tratar de aprovechar los fondos, las oportunidades y los programas gubernamentales para poder alcanzar más de un hogar a la vez. Lo ideal era asegurarnos de beneficiar primero a las poblaciones más vulnerables y con mayor necesidad, porque por las puras fuerzas del mercado no todo el mundo iba a poder tener acceso a la resiliencia energética en su casa. Y para mí eso era injusto. Eso es lo que me apasiona.

YCC: ¿Qué es la aceleradora de empresas solares puertorriqueñas que dirige el IREC y por qué era necesaria?

Velázquez López: Puerto Rico, después del huracán María, experimentó un apagón que afectó a casi el 100% de la población. Y, ciertamente, era importante comenzar esa transición o acelerarla hacia una resiliencia energética que se apoyara en la energía renovable y el almacenamiento.

El 43% de la población de Puerto Rico está por debajo del nivel federal de pobreza. Y la carga energética de una familia típica puertorriqueña podría ser de entre el 9% y el 11%, muy superior a la media de Estados Unidos continental, que ronda el 3%. Así que Puerto Rico es realmente un lugar que necesita la oportunidad para mejorar nuestro sistema energético.

Estamos satisfechos con los esfuerzos actuales del Departamento de Energía y con lo que estamos haciendo con PR100, identificando diferentes vías para conseguir que Puerto Rico alcance el 100% de electricidad renovable en el 2050. Aunque creemos que podría hacerse mucho antes de esa fecha. De hecho, hay que hacerlo mucho antes del 2050, porque no creo que el clima o la Tierra pueda permitirse esperar tanto.

Así que el Acelerador Solar, tal y como lo concebimos, consiste en sentar las bases para la transición, lo que incluye una mano de obra competente y proyectos de microrredes dirigidos o centrados en la comunidad en zonas remotas y rurales de Puerto Rico. También implica una estructura de financiamiento solar sólida y diversa que permita a las personas con ingresos bajos y moderados hacer también esa transición.

YCC: ¿Qué significa que las microrredes estén centradas en la comunidad?

Velázquez López: Cada comunidad es diferente y tiene distintas necesidades y prioridades que han identificado. Cuando vas a una comunidad en particular, ellos son los que han experimentado el apagón, ellos son los que vivieron las dificultades después del huracán María y así mismo son los que nos pueden ayudar a establecer la prioridad de cómo se debe utilizar la electricidad en esa comunidad.

Por ejemplo, puede ser un centro comunitario al que la gente del barrio acuda para cubrir sus necesidades básicas, como cargar el teléfono o la computadora. También pueden decirte si necesitan algún tipo de terapia respiratoria o si quieren llevar a cabo algún tipo de reunión comunitaria para asegurarse de que todo el mundo está bien. Y, además, por supuesto, centrarse en la comunidad significa involucrar a ese barrio en un diálogo amplio que nos diga a nosotros, los que financiamos o diseñamos, cuáles son las prioridades para el uso de la energía en ese lugar en particular.

Y esto difiere de una comunidad a otra. Una comunidad puede señalar si hay personas encamadas o con condiciones de salud que necesiten tener acceso a energía primero. Puede que digan que hay negocios esenciales -como un pequeño supermercado, una panadería o una gasolinera- que, si no funcionan, deteriore la calidad de vida de todos. Así que la energía centrada en la comunidad no es más que un diálogo abierto que nos sirve a nosotros para escuchar y entender, de modo que, cuando diseñemos un proyecto de resiliencia, tengamos en cuenta sus prioridades.

YCC: ¿Puede hablarnos un poco de las dos comunidades en las que están trabajando en los proyectos de microrredes y un poco de ese proceso centrado en la comunidad?

Velázquez López: En la comunidad de Castañer, una de las primeras [microrredes] que hicimos, una de las cosas realmente útiles que identificamos es que ya tenían unos 40 años de experiencia organizativa. Se habían unido para hacer el mejor uso posible de su escuela, creado viviendas para los trabajadores agrícolas inmigrantes y habían erguido un hospital dirigido por la comunidad que ofrece un cuidado bastante avanzado a miles de residentes de esa zona remota. Fue estupendo trabajar con ellos porque ya estaban muy estructurados y organizados. Fue fácil y de mucha inspiración dialogar con ellos.

Por ejemplo, inmediatamente nos dijeron que el hospital es un componente crítico. Pero también identificaron otras empresas, como la panadería comunitaria o el servicio de correos. Así que se reunieron para señalarnos cuáles eran esas empresas esenciales que crean una mejor calidad de vida para los residentes en general.

En cuanto a Maricao, la conversación fue diferente. El alcalde municipal y su equipo político identificaron al banco local, la ferretería y la clínica de salud para inmigrantes como prioridades, por lo que se trató de un enfoque participativo dirigido por el municipio.

El proyecto de Castañer se inauguró en junio del 2022 y el de Maricao está ahora en fase de diseño. Esperamos que se construya en los próximos meses.

YCC: ¿Cómo han reaccionado los residentes y empresarios de Castañer?

Velázquez López: Están muy contentos y felices de haber participado en este proceso. Pocos meses después de que el proyecto estuviera inaugurado y funcionando, el huracán Fiona azotó a Puerto Rico y todo el mundo se quedó sin electricidad. Sin embargo, gracias a la microrred comunitaria recientemente inaugurada, no sólo la gente de Castañer nunca se quedó sin electricidad [en los edificios conectados a la microrred], sino que también otros residentes de esa región local pudieron entrar en el sector comercial y aprovechar la electricidad para necesidades básicas, como terapia respiratoria y ese tipo de cosas. Así que estaban muy emocionados y contentos de haber hecho ese proyecto.

Pero también dijeron que deberíamos estudiar (o la cooperativa eléctrica que lo desarrolló con ellos debería estudiar) la posibilidad de aumentar el tamaño del almacenamiento y la capacidad de recuperación. Las microrredes funcionan porque el exceso de energía que se genera durante el día puede almacenarse y utilizarse durante la noche o cuando no brilla el sol. Así que, si después de la tormenta el tiempo sigue sin ser soleado durante unos días, quieren asegurarse de que tienen una capacidad de recuperación que dure más de 24 o 48 horas. Así que es un enfoque interesante. Nos están preguntando: “Oye, ¿podríamos ampliar esto?”

Pero también dijeron que deberíamos estudiar (o la cooperativa eléctrica que lo desarrolló con ellos debería estudiar) la posibilidad de aumentar el tamaño del almacenamiento y la capacidad de recuperación. Las microrredes funcionan porque el exceso de energía que se genera durante el día puede almacenarse y utilizarse durante la noche o cuando no brilla el sol. Así que, si después de la tormenta el tiempo sigue sin ser soleado durante unos días, quieren asegurarse de que tienen una capacidad de recuperación que dure más de 24 o 48 horas. Así que es un enfoque interesante. Nos están preguntando: “Oye, ¿podríamos ampliar esto?”

YCC: ¿Se trata de un modelo que podría ampliarse y utilizarse en otros lugares?

Velázquez López: La respuesta a su pregunta depende de la ubicación y de cada caso. Pero si nos referimos a Puerto Rico, estamos hablando de una isla con unos 1.3 o 1.4 millones de clientes de la red eléctrica. Para suministrar electricidad a esos 1.4 millones de hogares, hay 32,000 millas de líneas de distribución y 2,500 millas de líneas de transmisión. Así que, solo pensando en la transmisión y el sistema de distribución, sería una pesadilla poder mantenerlo todo en funcionamiento, sobre todo teniendo en cuenta que Puerto Rico está en el centro de un corredor de huracanes, ¿verdad?

Así que, por eso, y debido a la topografía de Puerto Rico, que es bastante compleja debido a una cadena montañosa que atraviesa el centro de la isla, es difícil. Además, tenemos una costa vulnerable, todo dentro de una distancia muy corta. Absolutamente, el 100% de nuestra flota de generación de combustibles fósiles se encuentra dentro de las llanuras costeras inundables, según el mapa de FEMA con proyecciones para los próximos 50 años. Así que es fundamental descentralizar, distribuir esa generación y ese almacenamiento, así como crear líneas de distribución local para cada sector. Realmente esa es la única manera económica de tener a todos con energía resistente, proporcionando así justicia energética ambiental a las comunidades más vulnerables.





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